- La Confederación de Consumidores y Usuarios (CECU) y el Centro de Información Cerveza y Salud inician una campaña para fomentar los hábitos de alimentación propios de la Dieta Mediterránea
- La cerveza, una bebida fermentada de baja graduación que forma parte de la Dieta Mediterránea, contiene unas características específicas en su composición que la diferencian del resto de bebidas y le confieren un especial interés nutritivo
Segovia. 16 de julio de 2009.- La cerveza es una bebida milenaria que ha estado siempre presente en la Dieta Mediterránea clásica cuyo consumo moderado puede aportar nutrientes a la dieta habitual y otros compuestos beneficiosos para la salud. Ésta es una de las principales conclusiones de la conferencia que Mercè Vidal, investigadora del Centro de Investigación Comunitaria (CREN) de la Universidad de Barcelona y miembro de la Sociedad Española de Nutrición Comunitaria (SENC), ha impartido hoy en Segovia en colaboración con la Confederación de Consumidores y Usuarios (CECU), en el marco de una campaña informativa promovida por ambas entidades.
La cerveza, tal y como confirma Vidal, es una bebida fermentada, de baja graduación alcohólica (4º-5º), con unas características específicas en su composición que la diferencian del resto de bebidas y le confieren un especial interés nutritivo. Elaborada a partir de ingredientes naturales -agua, cebada malteada y lúpulo-, tiene un bajo contenido calórico (45 kcal/100 ml) y diversos nutrientes como vitaminas del grupo B (especialmente ácido fólico), fibra y minerales (silicio, potasio, magnesio, calcio y poco sodio).
La cerveza posee más de 2.000 componentes que proceden de ingredientes como el lúpulo y la cáscara de cebada o que son consecuencia del proceso de fermentación de estas materias primas. Su composición nutricional ha generado un creciente interés por estudiar la relación de su consumo moderado con la salud.
En concreto, en los últimos 25 años se han publicado numerosas investigaciones científicas que confirman su actividad antioxidante y, por tanto, sus beneficios sobre las enfermedades cardiovasculares, la salud ósea, la mejora del sistema inmune y su efecto quimiopreventivo sobre ciertos tipos de cáncer, preferiblemente cuando se consume en compañía de alimentos y en el marco de una alimentación sana y equilibrada como es el caso de la Dieta Mediterránea.
CERVEZA Y DIETA MEDITERRANEA
El consumo moderado de bebidas fermentadas puede formar parte de una alimentación saludable como la Dieta Mediterránea actual, por las propiedades que les confieren su baja graduación y las materias primas con las que están elaboradas. Por este motivo, ha asegurado Vidal, la Sociedad Española de Nutrición Comunitaria (SENC), incluye en la Pirámide de la Alimentación Saludable –principal referencia en materia nutricional de nuestro país- las bebidas fermentadas (cerveza, vino, cava o sidra) de forma opcional y moderada.
La Dieta Mediterránea es quizá uno de los modelos alimentarios más saludable del planeta, hecho corroborado por numerosos estudios epidemiológicos y experimentales de nutrición que muestran que los países del Mediterráneo gozan de tasas de morbilidad por enfermedades crónicas más bajas y esperanza de vida más elevada.
CERVEZA SIN ALCOHOL
La cerveza “sin alcohol” ha sido otro de los capítulos destacados en su charla. Se trata de una bebida altamente hidratante cuyo consumo moderado puede estar incluido en la dieta de aquellas personas que padecen hipertensión arterial, puesto que un botellín de cerveza “sin” al día aporta 10 mg de calcio, potasio y muy poco sodio, ha afirmado Mercè Vidal.
Asimismo, ha afirmado que además del alto contenido en agua (95%) y del aporte de ácido fólico, la cerveza sin alcohol también contiene cantidades variables de compuestos fenólicos con efectos antioxidantes que contribuyen a prevenir las enfermedades cardiovasculares. La hipertensión arterial afecta actualmente al 15-30% de la población española y está considerada como uno de los principales factores de riesgo de enfermedad cardiovascular. “Estas personas deben seguir dietas hiposódicas y además no deben consumir alcohol, por lo que la cerveza “sin” puede ser una opción muy recomendable”, explica Vidal.
LA CERVEZA EN LA ANTIGÜEDAD
Desde su origen hace miles de años, la cerveza no sólo ha sido una parte importante de la dieta de diferentes civilizaciones, sino que además ha estado muy vinculada a diferentes fines terapéuticos.
Las primeras referencias históricas, hace más de 6.000 años, demuestran que la cerveza era consumida por los sumerios con el objetivo de evitar enfermedades infecciosas que se adquirían al beber agua no higienizada. El primer historiador, el griego Herodoto, siguiendo las prácticas medicinales de los egipcios, destacó las propiedades de esta bebida al asegurar que era muy apropiada para los dolores estomacales y para la picadura de escorpión. Además, relata que las mujeres egipcias, muy preocupadas por su belleza y grandes expertas en cosmética, utilizaban la espuma de la cerveza para ungirse y conservar el frescor natural de la piel, algo que descubrieron también las mujeres que habitaban en la Hispania romana de hace 2.000 años como describió Plinio el Viejo: “quorum spuma cutem feminarum in facie nutrit”.
Tanto los griegos -que la llamaban “zythos”- como los romanos -que la denominaban “cerevisia”, de Ceres, diosa griega de la agricultura- continuaron utilizando la cerveza en todos sus imperios. Hipócrates, padre de la medicina, alabó esta bebida asociándola con importantes beneficios saludables: “la cerveza es un calmante suave que apaga la sed, facilita la dicción, fortalece el corazón y las encías”. Galos y germanos perfeccionaron la técnica de fabricación original con métodos similares a los actuales. En la Edad Media, los monjes -que tuvieron el monopolio de la cultura y la ciencia- se dedicaran no sólo a la fabricación de la “cerevisa monacorum” en sus monasterios y abadías, sino que la mejoraron y obtuvieron nuevas variedades desconocidas hasta entonces. Como botánicos destacados, los religiosos fueron posiblemente quienes introdujeron el lúpulo como nuevo ingrediente, marcando el paso de la cerveza antigua a la moderna asegurando así su conservación durante más tiempo.
Desde la antigüedad, el lúpulo se ha empleado en la medicina tradicional para tratar distintas dolencias y enfermedades por su acción antibacteriana -desinfectaba el agua con la que se hacía la cerveza-, su actividad antiinflamatoria y sus propiedades sedantes y diuréticas.
CENTRO DE INFORMACIÓN CERVEZA Y SALUD
Desde su fundación en 1998, el Centro de Información Cerveza y Salud (CICS), entidad de carácter científico que promueve la investigación sobre las propiedades nutricionales del consumo moderado de cerveza y su relación con la salud, ha querido dar respuesta a la demanda informativa existente en nuestro país en torno a esta bebida apoyando todas aquellas iniciativas relacionadas con su investigación y proporcionando a los profesionales sanitarios y la sociedad información objetiva y contrastada, bajo la supervisión de los profesionales de la medicina, la dietética y la nutrición que conforman el Comité Científico de esta entidad.
http://www.acceso.com/
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